Un buen día y años después del nacimiento del pequeño les avisan desde el hospital que hubo un intercambio y que por tanto, el que hasta ahora habían criado y querido como su hijo, no es su hijo.
La película refleja la propia personalidad, la forma de hacer y hasta la cultura japonesa a través de su factura. Una música a piano acompaña de fondo gran parte de la película. La fotografía transmite limpieza y pureza nada es azaroso e incluso en los planos suele primar la simetría.
En cuanto a los actores tengo que decir, como ya he dicho alguna vez refiriéndome al cine oriental, que suelen parecerme muy sobreactuados pero en este caso los actores son comedidos y capaces de transmitir las inquietudes de sus personajes casi sin expresarse hablando.
En este sentido los personajes adultos son los que más nos tienen que contar. Se enfrentan a un gran dilema moral que es el echo de decidir si intercambian de nuevo a sus hijos o si un hijo no es el que lleva tu sangre, si no al que crías, cuidas, educas y quieres.
Ambas familias son muy diferentes, tienen una condición social muy dispar así como la condición humana. La familia acomodada, aparentemente ejemplar, no tiene por qué ser la más feliz. El padre, obsesionado con su trabajo, no dedica tiempo a la mujer, y al niño solo lo atiende para recordarle sus deberes. Portándose más como un instructor que como un padre. Hay una gran falta afectiva. Incluso el propio hogar no parece más que un hotel en el que la disposición de cada objeto está estudiada al detalle con un resultado frío y sin alma.
Sin embargo la familia rural, numerosa, que vive de forma precaria, es también la familia más unida. El padre, pese a ser tendero, sin una educación elevada, dedica mucho tiempo a sus hijos y a su esposa. La complicidad entre ellos es evidente.
Me gusta soberanamente el papel de las madres. Pese a parecer secundario, puesto que son los personajes masculinos a los que más tiempo se le dedica, sus papeles son con los que nos podemos sentir más identificados. Al fin y al cabo es la madre la que durante nueve meses ha gestado a la criatura que después ha dado a luz.
Para ellas, especialmente para la mujer de la familia acomodada,supone un error garrafal como mujer, el echo de no haberse dado cuenta del intercambio, y sufre mucho con todo lo que está ocurriendo.
La otra madre, la humilde, no parece sufrirlo tanto pero es porque tanto ella como su esposo creen que el amor va más allá de la sangre, realmente les parece anecdótico todo lo que está pasando puesto que en ellos no va a cambiar la manera de comportarse con su hijo, al que han criado, al que quieren como tal.
La moraleja de la cinta es muy bonita y toda una lección de vida, de esas que cuando eres joven no valoras pero que con la edad comprendes y aprendes a valorar. Nos viene a decir que lo verdaderamente importante no se compra con dinero, y que muchas veces hasta que no perdemos las cosas no las valoramos.
En muchas ocasiones los padres desean que sus hijos tengan todo lo que ellos no tuvieron, centrándose en que participen de un montón de actividades, olvidándose quizás que los niños, son niños, y como tal ven las cosas. Creo que para un niño la mejor actividad extraescolar que puede existir son las horas que pasen con sus padres, jugando o compartiendo experiencias. Creo que eso es algo que cuando crezcan valorarán más que cualquier otra cosa.
De todo eso y de mucho más nos habla esta maravillosa película que recomiendo a todo el mundo. Trata un tema que de una forma u otra a todos nos toca puesto que con la excusa del intercambio de los niños nos habla de las relaciones entre padres e hijos, y de eso todos podemos opinar.
GRACIAS POR LEERME
Como siempre a continuación os dejo el trailer de la película y también os quiero invitar a nuestro canal de YouTube al que podrás suscribirte de forma gratuita.
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