martes, 22 de julio de 2014

EL GRAN HOTEL BUDAPEST

Cuánta temeridad me produce cuando se presenta el cartel de una película cuajado de nombres de actores importantes. Me pasa, porque normalmente eso te crea unas expectativas tales que pocas veces llegan a saciarse completamente. Un ejemplo con la que me pasó hace poco y cuyo título es perfecto para ilustrar la sensación que me dejó como espectadora es "La gran estafa americana".

Al anunciarse la última película de Wes Andersen las ganas de verla decrecían a medida que descubría un nuevo y rimbombante nombre dentro del reparto, sin embargo "El gran hotel Budapest" cumple las expectativas.

Destacan actores como Saorise Ronan, Edward Norton, Willen Dafoe, Jude Law, Adrien Brody, Bill Murray, Owen Wilson o Lea Seydoux, cuya importancia en la película se reduce a unas pocas escenas, muchos de ellos hacen papeles muy secundarios pero su aceptación a la hora de participar en la película se entiende muy bien puesto que se trata de una película exquisita de esas que no se repiten en años.

"El gran hotel Budapest" es una comedia disparatada, inteligente y con personajes esperpénticos, llena de detalles mayúsculos tanto estéticamente como en su cuidado guión. Ningún personaje es azaroso, ningún chascarrillo forzado, una auténtica delicia para los sentidos que en algún punto me recordó a la francesa "Amelie", por la forma de contar la historia, por la ambientación visualmente muy cuidada y con un "punto animado", por el carisma de sus personajes, su manera de actuar y comportarse y hasta por la forma de moverse.
Me gustaría destacar los dos personajes protagonistas, interpretados por Ralph Finnes y Tony Revolori que dan vida al maestro y el aprendiz respectivamente. El primero es muy refinado y perfeccionista, un avispado aunque a veces inocente recepcionista con una personalidad desbordante, que cautiva y se deja cautivar por mujeres de avanzada edad pese a su visible amaneramiento. 
El otro es un joven y leal muchacho acostumbrado a sobrevivir como si del Lazarillo de Tormes se tratara, es un pícaro dispuesto a aprenderlo todo de la mano de su maestro.
Juntos se embarcan en una aventura surrealista a través de la cual se van cruzando con los diferentes y peculiares personajes.
Es una película excéntrica, rocambolesca en algún momento, pero fresca y muy audaz. Como el diseño del propio hotel es pintoresca y recargada, los colores son brillantes y la inundan de una estética muy personal. Es ésta una de esas películas que hay que ver dos veces porque la primera su preciosura visual no deja que te des cuenta del guión tan inteligente que tiene.

El director cuida y mide cada plano al milímetro, nada en ella es casual, creando en el espectador la imperiosa necesidad de tener cien ojos con los que no perder ni el más mínimo detalle.
Si en otras ocasiones he hablado del llamado "cine dentro del cine" (lo que se puede contar como un género propiamente) en este caso podemos hablar de "historia dentro de la historia". Es "El Gran Hotel Budapest" una película hecha a capas en la que la primera es muy fina, una brevísima introducción y cuyo grueso lo lleva una segunda capa, en este caso la historia que el protagonista está contando, su historia.

Aunque en un principio pueda costar entenderla, es algo muy fugaz. Basta con seguir pendiente de la historia unos pocos minutos para adentrarte en ella como un personaje más.
Sin duda es de las que deja una sonrisa en los labios pese a contar una historia muy tierna desde la más profunda nostalgia.

La recomiendo a aquellos espectadores exigentes, que busquen una comedia especial, inusual y realmente divertida, dispuestos a valorar una escenografía de gran nivel, estéticamente exquisita y con un guión alejado totalmente del burdo chiste fácil de las comedias más habituales.

GRACIAS POR LEERME

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