Tenemos muchos clientes, que continuamente nos piden consejo a la hora de elegir una película. Suelen pedirnos recomendaciones de terror, acción, aventuras, comedia familiar, etc... pero de vez en cuando viene alguien que te dice las palabras mágicas: "dime una película que te guste a ti, me da igual el género". Es entonces cuando me froto las manos y con una amplia sonrisa salgo del mostrador dispuesta a desplegar mis mejores dotes de convicción.
Por cosas del marketing siempre me suelo decantar por las novedades ya que son las más caras y mi trabajo, por mucho que me guste, no deja de ser un negocio.
He estado varios meses recomendando, a estos clientes, la maravillosa película de Martin Scorsese "La invención de Hugo" (2011). Ponía tanto énfasis y entusiasmo en la recomendación que un 95% de los clientes terminaban llevándosela, pero solo un 5% (como mucho) me la devolvía al día siguiente con una sonrisa y agradeciéndome la recomendación.
Eso para un amante del cine y de su historia es muy triste, sobre todo al escuchar que la catalogan de aburrida, de "sin sentido" o simplemente de mala. Cada vez que escucho algo así un trocito de corazón se me quiebra.
Si me paro a pensarlo es como si muestras a alguien un cuadro de Piet Mondrian y te mira desafiante con media sonrisa para decirte: "¿eso es arte? pues si eso lo hago yo."
Supongo que por mucho que le expliques a una persona no sensibilizada con el mundo del arte abstracto, el significado de una obra o de un artista, no dejará de parecerle una obra "que podría hacer cualquiera".
Con "Hugo" pasa lo mismo. Tienes que conocer quién fue Georges Méliès, interesarte por la historia de los inicios del séptimo arte para poder valorar la película de Scorsese.
La primera parte de la peli se centra en la historia de Hugo, de su manera de sobrevivir sólo en la estación de tren de Montparnasse y de cómo llegó a esa situación.
Su obsesión por reparar el autómata (muñeco capaz de reproducir movimientos programados) de su padre le lleva a la tienda de juguetes que un señor mayor regenta en la propia estación.
Este señor, papá Georges en adelante, será en quien se centre la parte final de la trama.
Resulta que ese personaje amargado, serio y desagradable tiene un gran secreto a sus espaldas que Hugo y su amiga, la ahijada de Méliès, consiguen sacar a la luz.
Para sorpresa de todos ese hombre estará directamente relacionado con el autómata que Hugo atesora.
Y es que George Méliès es uno de los padres del cine. Fue el primero en crear historias fantásticas alejadas de lo meramente documental, que era lo que hacían los creadores de películas hasta entonces.
Supo ver en el invento de los Hermanos Lumiére, una forma de reproducir sueños. Creaba historias, personajes, rudimentarios pero convincentes efectos especiales e incluso añadió color a las imágenes.
Se le llamó "el mago del cine" porque realmente lo era.
Todo ésto en los primeros años del siglo XX, sólo unos años después de la invención del cinematógrafo (patentado en 1894).
Si os gusta la historia del cine ya la habréis visto y si no os interesa, os animo a que la veáis. Puede que no os parezca nada especial, pero quizás la veáis con otros ojos después de haber leído ésto.
GRACIAS POR LEERME
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